Por: Pensando Colectivo
Todas
las naciones dispersadas por el planeta tierra tienen sus héroes. Estados
Unidos de Norteamérica tiene al padre fundador de la libertad; George
Washington, el encargado liberó a las colonias del yugo británico. Venezuela,
con orgullo grita el nombre de Simón Bolívar (El Libertador De Las Américas) y
no puedo olvidar al gigante Nelson Mandela de Sudafrica. No solo la mayoría de
los ciudadanos de los países mencionados ven sus héroes de esa manera, sino
también el puertorriqueño. Nosotros lo boricuas creemos que no tenemos ese tipo
de personas en nuestra historia y buscamos a los ajenos y si no pues buscamos a
Súper Man o Sportacus de Lazy Town.
“¡Nuestra madre patria no pare
heroínas patrióticas si no terroristas!” exclamo aquel
fulano que jamás toma un libro de historia; excepto para hacerles dibujos de
baja calidad. Muchas personas tienen el mal de gritar a los cuatro vientos sus
opiniones con un bajo porciento de coherencia sin antes leer sobre el tópico
que van exponer. Tenemos el caso de Oscar
López Rivera.
Oscar nació en el pueblo con el nombre más largo del
país; San Sebastián de las Vegas del Pepino, donde residió hasta los 9 años ya
que su familia se trasladó a Chicago. A los 18 años fue a la Guerra de Vietnam
por la cual fue condecorado con la Estrella de Bronce. Al regresar a Chicago
luego de la guerra, se topó con el deterioro de nuestra comunidad en esa ciudad.
Así que comienza a luchar por asuntos de justicia social y también funda la
escuela Pedro Albizu Campos, el Centro
Cultural Puertorriqueño Juan Antonio Corretjer y Free Hogar para adictos a
sustancias, que también fue parte del Proyecto “Alas” que trabaja con la
educación en las cárceles.
A principios de los ochenta, Oscar es arrestado por pasar un PARE sin detenerse antes. Luego las
autoridades, lo acusan de tener planes de derrocar al orden establecido entre
él y varios individuos (conspiración sediciosa). Esta acusación proviene ya que en el
1976, un hombre es detenido por vender explosivos y la persona lleva a la
policía a un apartamento donde encuentran cajas con explosivos, mapas, fotos de
estructuras en Chicago, armas de fuego y documentos de las Fuerzas Armadas
de Liberación Nacional (FALN). Todo
esto lo vinculan con cuatro personas, entre ellas Oscar.
En
el juicio, López se declara así mismo un preso político, no reconociendo la
jurisdicción estadounidense, también solicita ser juzgado en un tribunal
internacional pero su solicitud fue denegada. Al final del día, a nuestro amigo
se le celebra juicio y es condenado a 55 años en prisión. En 1988, se le añaden
15 años a su condena por “planificar” escaparse de la cárcel, los años
agregados son ocho veces mayor que en efecto de una persona que si ha logrado
escaparse.
En 1999,
el presidente de Estados Unidos, en ese
entonces Bill Clinton; expresa que la condena es desproporcionada e injusta así
que Clinton cogiendo un “break” de los amoríos con Mónica y sacando tiempo para
otras cositas le hace una propuesta de clemencia a López; pero éste no la acepta,
ya que a los otros dos individuos acusados no se le fue ofrecida. Tiempo
después estas personas fueron liberadas bajo probatoria mientras Oscar continúa
preso.
Ya
el pepiniano ha cumplido 38 duros años de su condena, hace sólo unas semanas se
recogieron firmas para que la Casa Blanca se expresará sobre el tema. Lo mismo
que dijo tu perro o gato fue la contestación de nuestros dioses en el Olimpo. Digo
duros años de su condena; ya que no debe ser fácil perder gran parte de tu vida
en cuatro paredes por tanto tiempo y no escuchar las olas golpear la orilla de
la playa, no poder ver el ocaso arropar nuestras montañas y extrañar como el
alba nos llena de luz cuando no te han podido probar las acusaciones que te han
impuesto. ¡No! no debe ser fácil, pasar 12 años de confinamiento solitario y
como si no fuera suficiente privación del sueño. Esto sobre pasa las barreras
políticas, mi gente esto es una situación de derechos humanos. ¿Quién es Oscar López Rivera? Un
hermano puertorriqueño, un hombre de 73 años de edad que debe esperar hasta que
tenga 80 para que verifiquen su caso nuevamente, un hombre al cual no se ha
probado nada en concreto. Las barreras políticas nos alejan de nuestro lado
humano.
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